A veces es difícil separar la libertad de reunión pacífica de la libertad de expresión. Es frecuente que quienes escriben mensajes que llegan al Comité de Derechos Humanos al respecto de las protestas invoquen tanto la libertad de expresión como la de reunión pacífica; y el Comité de Derechos Humanos está anuente a aplicar los dos derechos.[1]
La CIDH ha declarado que las manifestaciones sociales, son «formas de expresión» que «suponen el ejercicio de derechos conexos, tales como el derecho de los ciudadanos a reunirse y el derecho al libre flujo de opiniones e información»[2] .
El TEDH también reconoce que no existe una línea clara que separe a los dos derechos[3] . Considera que la garantía de la libertad de reunión pacífica es un caso de especialidad normativa (lex specialis) que debe interpretarse a la luz de la libertad de expresión, que viene a ser la lex generalis:
En la práctica, el TEDH ha tendido a analizar ciertas formas de protesta como ejercicios de la libertad de expresión más que de la libertad de reunión pacífica. Entre esas formas de protesta se cuentan las protestas que involucran a una sola persona[5] , el establecimiento de campamentos de protesta[6] , el gritar eslóganes durante una ceremonia[7] , las huelgas de hambre[8] , los actos simbólicos de protesta (como colgar ropa que represente «los trapos sucios del país»[9] , verter pintura en una escultura[10] o quemar banderas y fotos[11] ), hacer exhibición de signos o símbolos políticos[12] , ocupar edificios públicos[13] y los actos directos con que los manifestantes pretendan impedir las actividades que desaprueben[14] .